domingo, 2 de junio de 2013

Las fiestas ocultas de El Congrés

A lo largo de esta semana había estado viendo un montón de carteles pegados en paredes y puertas de comercios que anunciaban el sesenta aniversario de la fundación del barrio del Congrés.

El anuncio, como se puede ver, no da mucha más información que la que se ve, por lo que pensé:

1) no hay dinero para fiestas, pero informamos al vecindario del aniversario en cuestión;

2) vamos a montar algo muy gordo, queremos generar expectativa y ya os volveremos a avisar cuando se acerque el día C (de Congrés).


Bueno, llega el 31 de Mayo, y no suenan las campanas de la iglesia, ni hay desfiles por la calle, la gente no corre despavorida por la vía pública, no se abren los cielos y tampoco vienen los alienígenas a raptar gente.

La primera noticia de que sí va a haber actividades de celebración con motivo de este aniversario es un correo de una persona que está metida en los asuntos del barrio, informándome de que este fin de semana van a hacer esto, lo otro y lo de más allá. Total, que hoy hemos ido a un acto popular en la Plaça Congrés y hemos comentado el hecho de que sí que habíamos visto los famosos carteles pero que ni idea de lo que se había programado.

"Ah, es que el programa de actos está impreso por el otro lado". Casi me atraganto con la croqueta que me ha ofrecido una amable señora. De hecho tomo nota de, cuando vuelva para casa, arrancar el primer póster que encuentre y ver si tal cosa es posible.

En efecto, en un intento pionero de ponerse en la vanguardia de la tecnología, las mentes pensantes que se encargan del marketing y la promoción en el barrio han ideado el primer cartel interactivo del mundo.


Simple como el mecanismo de un botijo. Que te interesa lo que pone la cara buena del cartel? Despegas las tiras de celo que lo sujetan a la pared, le das la vuelta y sigues leyendo. Oye, ya puestos, si realmente necesitas disponer de esta información y no tienes un smartphone a mano, puedes descargarte la información con el procedimiento de doblar la hoja en cuatro partes y echártela al bolsillo. Ni códigos QR, ni facebooks, ni twitters ni leches. Al zurrón!


De este modo, no solamente se ahorra papel imprimiendo a dos caras sino que es el propio interesado el que se encarga de retirar la propaganda del barrio. Lo que lo convierte en una especie de anuncio autoreciclable. Es como la cuadratura del círculo, es un plan maestro.

Lástima que la gente todavía no tenga por costumbre despegar los papeles de las paredes para ver si hay algo escrito en la otra cara, pero es lo que tienen las genialidades en esta vida, que van dos pasos por delante de lo que son las costumbres sociales.

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