lunes, 18 de febrero de 2013

La aritmética del perrito caliente

Hoy ceno solo.

Y he aquí que, mientras preparaba un sencillo plato para aplacar al gorila gigante que habita en mi estómago, he caído en la cuenta de la malignidad que encierra un envase de salchichas de Frankfurt.

El envase contiene 7 supositorios cárnicos. El 7 es un número primo, o sea de los difíciles de dividir. El siete solo se puede dividir entre uno y entre siete.



Analicemos varios escenarios:

a) El Rodríguez. Un comensal vs siete perritos calientes. Hay que ser muy tragaldabas para zamparse las siete piezas de una tacada. Podríamos decir que una ración adecuada serían 3-4 con lo cual sobran otras 4-3 salchichas que acabarán languideciendo en la nevera.

b) La pareja Dinki (Double Income No Kids). Siete entre dos es de mal repartir. La lógica obliga a aplicar un reparto asimétrico: 4 para el cazador, 3 para la recolectora. Si la recolectora se siente gorda, se dejará una salchicha que acabará bailando el limbo rock en el cubo de la basura.

c) Matrimonio con descendencia en edad de engullir alimentos sólidos. Siete entre tres vuelve a dar decimales; mal asunto. Comprar un segundo paquete (14/3) solo hace que empeorar el problema hasta el infinito.

d) Familia chabolista o familia del Opus, pongamos que de siete miembros. El número perfecto para un reparto equitativo. Basta con adquirir tantos paquetes de salchichas como unidades se vayan a ingerir por comensal. Las matemáticas nos llevan a la conclusión de que los extremos se tocan y las clases sociales se igualan delante de un plato de perritos calientes.

Y ahora la receta:

-Escoger 4 salchichas al azar y depositarlas en un plato.

-Colocar una loncha de queso para fundir encima de la cuatribarrada rosa.

-Insertar en el microondas y darle candela hasta que el queso haga puf y las salchichas parezcan momias andinas.

-Regar con ketchup y mostaza a discreción.

*Opción vegetariana: envolverlo todo con pan.



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