sábado, 28 de abril de 2012

El significado de la palabra "especial"

Recupero aquí un artículo que publiqué hace ya cuatro añitos en Fotolog y en el que me preguntaba acerca de la palabra 'Especial'. Porque, ¿a que aparentemente algo que es especial lo asociamos a que es bueno, sobresaliente o molón? ¿Y no es verdad que si nos dicen que somos especiales, nos sentimos más que bien?


Pues creo haber llegado a la conclusión de que eso es falso. Es más, este calificativo está cargado de connotaciones negativas. Es un adjetivo con piel de cordero.

Empiezo mi tesis procurando imprimir una pátina de rigor científico, por lo que consulto la edición electrónica de la Real Academia Española. En ella, la primera acepción reza: 'Singular o particular, que se diferencia de lo común o general'. Realmente esto no nos indica ni que sea bueno ni malo; solo diferente.

Y a partir de aquí, el comportamiento social empezó a desvirtuar la esencia del término para referirse con condescendencia a personas desfavorecidas o procurando disfrazar situaciones peliagudas.

Sin ir más lejos, la RAE define la educación especial como 'la que se imparte a personas afectadas de alguna anomalía mental o física que dificulta su adaptación a la enseñanza ordinaria'.

Y pasando de puntillas por el asunto, por temor a herir susceptibilidades, que sea la propia web de 'Special Olympics' la que se autodefina así: 'su filosofía se basa en que las personas con discapacidad intelectual pueden aprender, disfrutar y beneficiarse de su participación activa tanto en deportes individuales como colectivos'.

¿Seguimos con las desgracias ajenas? Pues vayamos a los grandes almacenes y busquemos ropa para gente gorda (perdón, gente ancha). ¿Dónde buscaremos? Pues en Tallas Especiales, cómo no. Y si tenemos los pies más retorcidos que la mente de un político, necesitaremos zapatos o plantillas especiales.

Y cuando nos van a presentar a una persona, ¿no nos ponemos en guardia si antes nos advierten que se trata de una persona especial o con un carácter especial? En el primer caso será esa tía abuela al que se vez en cuando se le va la chaveta o bien el primo esquizofrénico que te toca al lado en el convite de una boda. En el segundo caso puede encajarse perfectamente con aquel compañero de trabajo quisquilloso, huraño y con desorden obsesivo compulsivo que no hay Dios que lo aguante.

Si una chica te ve como a alguien especial, mejor olvídala, nunca te la llevarás a la cama, directamente le gusta otro. Esta expresión solamente es equiparable a cuando te ven como su mejor amigo, es decir, sin derecho a relaciones sexuales.

Sin embargo, si tu hija tiene un amigo especial, sin duda ese es el afortunado que se la está beneficiando. Algo bueno desde el punto de vista de ese maldito bastardo, pero malo, muy malo, para la niña de tus ojos.

Hay más, pequeñuelos. ¿Qué es algo que requiere soluciones o medidas especiales? Un pollo. No. Un marronazo bien gordo que sin duda requiere algún tipo de acción expeditiva y desagradable. ¿Y los encargados de ejecutar tales acciones? Pues en un escenario bélico o policial, el cuerpo de Operaciones Especiales. Es decir, escuadrones de funcionarios psicópatas entrenados para la tortura. Y si el malo malísimo acaba enchironado, sin duda recalará en una celda especial sin espacio, sin luz y otras privaciones sensoriales.

En un terreno más material, adquirir una edición especial supone que uno va a tener que desembolsar una pasta gansa. A veces el objeto en cuestión es algo que todo el mundo tiene, pero éste viene presentado en una caja metálica de coleccionista. Ideal para regalos navideños.

¿Y qué decir de un precio especial? ¿Una ganga, una oportunidad? Qué va, un saldo, una tara. Lo que nunca, en circunstancias normales, se nos hubiera ocurrido comprar.

Vamos acabando. Entramos en un restaurante y nos sugieren la especialidad de la casa. Suena bien, pero no deja de ser el único plato que le sale bien al cocinero, y por el que tendremos que pagar un ojo de la cara. Y todo para que acabe teniendo un sabor especial. Ese gustillo indefinible que no acabamos de identificar y con el cual no nos atrevemos a declarar que no nos gusta. Su equivalente más cercano es el de sabe a pollo, como cuando ingerimos carne de reptil. "¿Probaste la especialidad del laosiano que te recomendé?". "En efecto, rata voladora con guindas del árbol de fuego". “"¿Y qué tal?". "Me dejó un sabor de boca especial".

Y como ejemplo final, pero no menos lamentable, cuando se juntan los amigos casados y deciden organizar una salida de tíos y pasar una noche especial. Esa en la que los que no acaban arrastrándose sobre sus propios vómitos, llegan a un local de espectáculos exóticos y embuten su cabeza entre las gigantescas tetas de 'la mujer que pesa 200 kilos'.

Total, que en vez de sonreír, cuando alguien nos considere especiales, coged un lápiz afilado y metédselo en lo más hondo de su nariz. Para que acabe en cuidados especiales.

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